martes, 18 de diciembre de 2007

Submarineando por la Vida...


Hace unos años atrás leí un libro basado en comentarios y memorias de un extranjero respecto a la crisis de nuestro país bajo un régimen dictatorial; si bien el tema da para largo no es eso lo que hoy quiero comentar. Había un término que el autor utilizaba (no me pregunte su nombre, fue hace mucho, pero el libro se llamaba Chile, el galope muerto) para referirse a la actitud de los ciudadanos chilenos que pretendían pasar desapercibidos y no sufrir el escarmiento del momento, gente común que no quería lidiar con los problemas que la situación ameritaba y que eran indefensos (lo de indefensos da para mucho también, pero no viene al caso) ante la máquina. El autor decía que las personas se veían tan agobiadas por el poder de quienes estaban al mando que sus voces no sonaban y de hecho ellos preferían que no sonaran, entonces submarineaban, se escondían de la superficie y ocultaban sus vidas para hacerlas un poco más llevaderas, no interceptaban la mirada de nadie, no se metían en problemas con nada, intentaban pasar desapercibidos en un espacio hostil y cruel. Sin embargo me parece espeluznante que nuestra sociedad actual haya llegado al mismo estado de apatía de dicha época, en donde la situación lo justificaba claramente, ¿no habríamos hecho muchos lo mismo para evitar que nuestras familias y amigos se vieran afectados?, pero ahora, hoy, ¿qué justifica nuestra falta de fe en el poder social, nuestra apatía, nuestro individualismo?; la verdad es que no encuentro razón alguna más que el espíritu de conformismo y mediocridad que las grandes culturas o los grandes poderes nos han dicho que es lo mejor y que nosotros, perezosamente, hemos aceptado porque, evidentemente, es lo más fácil, lo más cómodo. Que triste es llegar a una ciudad nueva, a una universidad caracterizada por su compromiso con los obreros y la sociedad, una universidad que fue la cuna de grandes luchadores por el bienestar de nosotros mismos y darme cuenta de lo inútil, de lo patético, de lo estúpido que se ve el seguir creyendo rodeados de indiferencia... en esas circunstancias me asombro de saber que hay gente de mi edad, de mi generación tremendamente clasista e individualista, yo creyendo que el clasismo y las ganas de ser "occidental de segunda mano" eran cosa de los viejos, del pasado. Pero ésto va más allá del ambiente que me rodea, de quienes estudian o viven conmigo, alude a la conducta de nuestro Chile en su totalidad, de nuestra sociedad en sí, estática, por no decir medio muerta y a nuestros mayores ejemplos de sociedad: los pokemones, sí, ríanse, pero los pokemones son el mayor ejemplo de nuestro mundo, por lo menos del que yo veo y por lo menos así lo creo yo, los pokemones son adolescentes que tratando de suplir su "falta de" buscan identificarse con algo, en otra época estarían los hippies, con sus ideologías de amor y paz, los punkis, con el odio y la guerra pero en una lucha por lo que creían cierto, los hoperos en un afán por concientizar a la sociedad de lo que ignoramos, pero... ¿Qué son los pokemones?, son personas que se peinan como orientales, se visten como estado unidenses y les gusta la música como a los caribeños, pero en el fondo no se basan en una idea, en un afán por cambiar el mundo, son como el clásico del Tío Sam, los hombres sentados frente a la tele con la Coca-Cola (marca registrada, obvio), y no es que quiera bajo ningún motivo ofenderlos, lo mismo que a tantas otras tendencias que en sí no tienen ningún apoyo sustentado en las ganas de hacer algo, la verdad es que los adolescentes y los jóvenes de todas las épocas, según recuerdo, se interesaban por hacer las utopías realidad, pero ahora todos vivimos en un mundo basado en el conformismo y el totalitarismo, hacemos lo que nos dicen que hagamos y en realidad es más fácil así, por algo lo elegimos, es bastante más fácil seguir instrucciones y convertirnos en máquinas dirigidas por otros, somos todo lo que la generación beat quería erradicar, nos pasamos la vida submarineando por aguas que ni siquiera son dignas de asustarnos...